UNA CAMISA AZUL

20:::septiembre:::2013

Wallpaper-Azul

I

Asaltamos el mundo desde nuestros sentidos. Como poco.

El oído decodifica el sonido, nuestro gusto evalúa los sabores y el tacto mete mano en la textura de las cosas. O un color, la vista.

Y el cerebro al queo de la cosa, claro está. O los a priori que se quiera.

Cómo decirle la música a un sordo o al anósmico un aroma. Cómo hacerle ver el color a un ciego…

A qué huele el sándalo o tu bebé, cómo explicárselo a quien no.

El lenguaje es insoportablemente impreciso cuando se pretende explicar una sensación en términos de otra. Imposible.

Sólo el sentido apropiado decodifica justamente, dentro de algunos límites, su sensación correspondiente.

II

Compré una camisa en rebajas. Es de un azul…

III

“Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo”.

Lo escribe Jorge Luis Borges en El Fin (Artificios, 1944). Yo moriría por escribir algo así. En esas palabras conjeturas que a esa hora la llanura va a confesarte algo esencial. A ti.

Escribe luego el poeta, sin embargo, que no entenderíamos ese decir porque “es intraducible como una música”.

Así es, la música no es traducible a otros sentidos. Tampoco un color.

IV

Hay una hora de la tarde en que el cielo aún se zafa del abrazo de la noche.

V

De un facsímil de ese instante es el color de mi camisa.

© Vil Bill

20 Responses to “UNA CAMISA AZUL”

  1. Romi Says:

    Trato de imaginar el azul visto en ese cielo huidizo, y me pregunto: ¿era el cielo de oriente o de poniente?

    Y de nuevo me pregunto: ¿Tienen texturas los colores? ¿Tienen colores los sonidos? ¿Tienen sonidos los sabores? ¿Tiene sabores las texturas?

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  2. coeliquore Says:

    El azul es mi color favorito, en todas sus gamas. Ese que describes es una tonalidad lindísima.
    Yo diría que sí, que cuando algo nos impacta, más de un sentido entra en juego al percibirlo.

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  3. CrisC Says:

    Era el cielo de poniente.

    A tus preguntas dice la ciencia que sí…, esas personas que ven los sonidos, texturizan un sabor o colorean una música son los sinestésicos.

    El nick Romi, por ejemplo, es de color gris muy claro…, está ligeramente fresco, es de un sonido agudo pero sin estridencias, huele a después de la lluvia y sabe a lichis.

    :::

    Lo describo con dificultad, de ahí la amplia gama.

    El nick Coeliquore va del azul casi obscuro a una especie de granate, al tacto no es rugoso pero sí desigual de superficie, huele a a una fruta sobria, sabe a algo permanente y suena como una nota sostenida.

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  4. Dawn Says:

    Otra vez Borges *_*
    Interesante cuestión, aunque no me atrevería a decir que la música no es traducible, y sí es así, qué triste.
    Prefiero no imaginarlo.
    Un saludo.

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  5. CrisC Says:

    No es traducible a otros sentidos, o lo es muy dificultosamente.

    De hecho los músicos hablan de color en la música y un agudo de violín no diríamos que es negro o marrón, sino azul brillante, plata, el color del hielo. Imagínalo, tú puedes.

    Dawn es un nick con color templado, sabe a sopa de invierno y al tacto es lento, huele a pan y suena a tambor contenido.

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  6. Atticus Says:

    Espero que tu azul camisero sea distinto del de otra camisa que compré hace unos años. En la tienda había una de esas luces bajo las cuales ni siquiera un vendedor avezado sabe asegurar de qué color exactamente se trata. Me la compré: una camisa azul. Llegué a casa, que estaba llena por una celebración familiar, y uno de los «decanos» me dijo: preciosa, azul falange. No esperé a que empezara la comida y bajé corriendo a cambiarla por varios pares de calcetines de colorines de feria.

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  7. CrisC Says:

    Es de otro azul.

    Me indignan las mentiras casi sin excepción, también las de esas luces de las tiendas de ropa que no hay forma.

    Atticus es un nick casi inaudible, huele a máquina industrial y al tacto es como liso pero poco; sabe a algo seco, raudo y agudo; su color es el de una raya de infante lápiz.

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  8. konnichi wa Says:

    Muy bello lo que has escrito y muy interesante la relación entre lenguaje y pensamiento. Creo que sé de qué color es tu camisa…

    Morfeo a Neo: “Qué es real? ¿Cómo defines lo real? Si estás hablando de lo que puedes sentir, lo que puedes oler, lo que puedes saborear y ver, entonces lo real son simplemente señales eléctricas interpretadas por tu cerebro”.

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  9. Teresa Says:

    Oliver Sachs (el de El hombre que confundió a su mujer con un sombrero) tiene estudios sobre sinestésicos y es alucinante.

    «El amarillo trino del canario», creo recordar que de Lorca, es un ejemplo de sinestesia que me gusta poner de ejemplo en clase, no es de las mejores, pero es clarita. Y las de Baudelaire, un pasote.

    Observo que a todos los que intervienen los calificas. Espero impaciente a ver qué haces conmigo

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  10. CrisC Says:

    Wittgenstein sentencia que el lenguaje traza nuestra realidad.

    El pensamiento de Oriente, sin embargo, llama al vaciamiento, a dejar al flujo decir. Alguna vez escribí haikús, y que el haikú lo ejemplifica.

    Morfeo y Neo: dos platónicos y un destino.

    Konnichi wa es un nick con sabor a asombro, huele a lima y suena a madera noble. Si se le mira de frente, hay que rayar los ojos y es liso al tacto, ligero y grávido al final.

    Bienvenida a CrisCractal, Konni. Gracias.

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  11. CrisC Says:

    Algo sabía de Sachs, poco, pero no resistí su lectura.

    Soy algo melón y me rajé a las nosecuántas pocas páginas. Ya me glosas el libro, Terétty.

    Quizás los surrealistas sinestesiaron como ningún otro, por eso pensé que el verso de Lorca lo hallaría en Poeta en Nueva York, pero no, es del Poema del cante jondo (google dixit).

    Terétty es un nick con fugas de carmín obscuro, sabe a cafebizcocho, huele a tren que pasa y suena sincopado, suave, agudo inaudible al final. Al tacto dibuja una línea curva tan apenas.

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  12. paraqueloleas Says:

    Hace muy pocas semanas leí en un dominical que existe un trastorno llamado ‘ceguera facial’ (prosopagnosia) que padecen Oliver Sachs y Brad Pitt entre otros. Consiste en no recordar los rasgos faciales, lo que provoca que cada vez que ves a alguien es como si lo vieras por primera vez. Ellos contaban cómo se las habían tenido que ingeniar toda la vida quedándose con detalles del pelo, voz, estatura, etc. Por supuesto no tenían ni idea de que eso era un trastorno y que solo les pasa a unos pocos.
    Yo también creía hasta hace pocos años que lo de asociar los números, las palabras, las cosas a colores era algo común, que le pasaba a todo el mundo… y ya ves, resulta que tiene un nombre.

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  13. CrisC Says:

    Prosopag…, sólo el nombre ya asusta.

    Al parecer percibimos totalidades y desde la totalidad de los sentidos y la acción conjunta del cerebro, lo que quizás abra una puerta a la sinestesia.

    Me pasa como a ti, me parecía normal todo eso y me pasa (yo creo que a todos o a muchos) que hay caras que se corresponden con nombres y viceversa. Eso me lleva a confusiones graciosas.

    Paraqueloleas es un nick incontestablemente amarillo, pero como veteado a lápiz; y suena a algo percutor sobre tubos de madera, huele a heno recogido y es delgado y rígido al tacto como los élitros de los ortópteros: sabe a bokatapán.

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  14. Rubén Says:

    En el bebé hay según parece una fusión de todos los sentidos, y puede que en los sinestésicos aún quede algo de eso. Da para mucho un azul de camisa.

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  15. CrisC Says:

    Algo habrá de infante en todo esto, sí, no sabría decir.

    Tu nick, Rubén, es mullido al tacto; suena matizado y sutil, como si un obstáculo eliminara los agudos; huele dulce, sabe a algo al horno lento y es impositivamente un decalage del siena hacia el terracota claro.

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  16. Mistar Says:

    Importante reflexión, es una reflexión que pasa de generación en generación, sería casi imposible explicar a qué huele tu bebé o describir la música, por mucho que intentemos explicarlos mediante palabras nunca llegará a ser lo mismo que sentirlo. “Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo”, me encanta, es una frase corta pero potente.

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  17. CrisC Says:

    El post va de la expresión a la reflexión, las palabras se achican ante el reto sensitivo.

    Mistar reverbera con tonos pálidos, ácidos, pero sonidos metálicos y percutores; sabe a ligereza, como a una fruta pequeña y huele sutilmente pero sólo al principio, luego asciende y se ofrece al tacto como una pieza cuadrada, de ajuste fino.

    Bienvenido/a a CrisCractal, Mistar, y gracias.

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  18. Ángel Says:

    Hola CrisC,

    qué bonitas tus palabras, y qué ciertas parecen….

    el mundo lleno de colores, olores, sabores…nos crean sensaciones, que no podemos describir….
    …las podemos transmitir con exactitud?

    azul……..líneas en el mar,
    que profundo y sin domar,
    acaricia una verdad….

    azul….qué es el azul, y cuál de todos los azules es el que se encuentra en tu camisa?

    es el azul una determinada emisión de energía? o realmiente no existe el azul?

    son siete los colores, o son siete los intentos de acotar la verdad por parte de nuestra pobre razón?

    siete colores, siete cuerpos celestes, siete días de la semana….

    y cómo olvidamos tan rápido que las cosas no siempre son o existen para todos igual….

    azul…vuelve a reflejar, y fundido con el sol, acaricia una verdad….

    cómo poder traducir el azul?

    y qué bonito leer el texto, y ser consciente de que todavía hay idiomas que desconocemos…

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  19. CrisC Says:

    Lo son, lo son, ciertas. Al menos subjetivamente.

    Describir una sensación es entrar en un lenguaje que no es el de sentirla, y eso crea problemas que, por cierto, pueden ser muy interesantes.

    Veo que lo azul ha calado en tu comentario y en tus preguntas que van de lo científico a lo filosófico y vuelta.

    Ángel es un nick cuya luz atraviesa un frasco de colonia, huele a algodón, al tacto es casi gaseoso pero también sólido suave, sabe a postre dulce y su sonido es el de un arpegio con eco.

    Bienvenido a CrisCractal, Ángel. Gracias.

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  20. Nahia Says:

    «El sol ya no estaba en mitad del cielo. Su luz esquinada caía oblicua. Aquí, daba en el borde de una nube y lo quemaba, convirtiéndolo en una franja de luz, en una llameante isla sobre la que no había pie que pudiera asentar la planta. Después la luz incidió en otra nube, y en otra y en otra, de modo que las olas, debajo, quedaron traspasadas por flechas, por ígneos dardos con plumas que cruzaban sin rumbo fijo el tembloroso AZUL.»

    (Virginia Woolf_ Fragmento de «Las olas»)

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