ACERCA DE LO INCOMUNICABLE

5:::May:::2017

Olvidé la palabra que quería pronunciar (…)
y mi pensamiento, incorpóreo, regresa al reino
de las sombras.

Ósip Mandelshtam

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Con obstinada frecuencia se discute sobre el sexo de los ángeles.

I

Acerca de la soledad, por poner un ejemplo de lo más conspicuo.

Que si lo peor es la soledad tangible, la ausencia física de voces, gestos, aromas y compañía. La del náufrago. O que es peor la soledad de quien está acompañado pero se siente solo. El urbanita.

Calle quien no sepa de ambas. Estaría más guapi.

A qué discutir…, si una y otra te despellejan por igual. Y si la mala fortuna quiere que ambas estén a partir un piñón, entonces celebran una orgía, pagas tú la factura y se desgravan ellas. Cabronas.

Creo que la una activa y se retroalimenta de la otra. Sin más.

II

Me habló Atticus hace unos días de una obra de teatro.

El cartógrafo, de Juan Mayorga. La acción se desarrolla en el gueto de Varsovia. Y me describió una escena en la que la actriz principal, en uno de los ensayos, dijo que no podía representar aquello.

Es Blanca Portillo. Así que la cosa debía de tener su mucha dificultad.

Dijo, y luego lo trasladó a la función, que le era imposible representar el sufrimiento de una niña de once años que aparece en la obra. Cuando Atticus traiga su comentario, lo contará mejor que yo. A ver si hace post.

III

Y ambas reflexiones me llevaron a una tercera.

Es imposible comprender otro dolor. No hay empatía que valga, no hay pavadas metafóricas como la de caminar tres días con los zapatos de otro, no hay modo alguno de acceder al desgarro del sufrimiento ajeno.

El dolor cierto es absolutamente incomunicable.

En El Principito se decía que lo esencial es invisible a los ojos. Sin duda alguna. El sufrimiento de verdad, ése que tumoriza el alma e inyecta un alien hambriento en las entrañas, ése no es accesible a nadie. A nadie.

¿Qué hacer ante su hórrido espectáculo? Acompañar, al menos eso.

IV

Es lo que hace Calcetines con el teniente Dunbar en Bailando con Lobos.

Two Socks. Dances With Wolves (1990). Kevin Costner.

© CrisC

12 Responses to “ACERCA DE LO INCOMUNICABLE”

  1. DavSanmi Says:

    En 2º de Bachiller dimos con Lola la poesía de Miguel Hernández. Ahora mismo no sabría concretarte mucha cosa sobre él y eso que fue la opción que escogí en selectividad. Tengo ideas muy vagas… Lo único que sí recuerdo con claridad, y que a veces me visita, me acompaña, son las palabras de Lola un día en clase, que me gustaría compartir contigo:

    «Puede que para Miguel Hernández, el mayor sufrimiento del ser humano es saber que nunca llegará a ser comprendido en su totalidad por el prójimo, ¿lo véis?»

    Gracias por devolverlas a mi mente con tus palabras, CrisC. Al menos acompañar, sí.

    «Tus ojos parecen
    agua removida.
    ¿Qué son?

    Tus ojos parecen
    el agua más turbia
    de tu corazón.
    ¿Qué fueron? ¿Qué son?»

    -M. H.

    ¡Un abrazo!

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  2. Miguel Says:

    Algo de mí sigue sin entender la vida.
    No entiendo por qué se discute sobre el sexo de los ángeles.
    No entiendo por qué yo mismo participo de esa discusión.

    A veces pienso que el mundo está formado por personas solitarias que pueden encontrar compañeros de viaje… pero quién sabe lo que dura este viaje común…

    Si bien no es posible la empatía total, al menos sí la compañía.

    CrisC, tocaste médula con este post. Gracias, un abrazo.

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  3. CrisC Says:

    No sé si es una debilidad o una fortaleza.

    Me refiero a la necesidad de ser comprendido (en definitiva, para conjurar la propia soledad). Puede ser lo primero, claro, o lo segundo si es que se es capaz de expresarla con la fuerza con que lo hacía Miguel Hernández.

    Y qué paradoja que el poeta nos hable a todos desde su soledad.

    Celebro tu vuelta a criscractal, Dav, desde no sé qué brumas del Norte y con cuánta vida nueva en tu piel.

    Bienvenida otra vez, un abrazo y gracias por tu comentario.

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  4. CrisC Says:

    La vida es tanta que va ser difícil eso de comprenderla.

    Y es quizás por esa desmesura por lo que discutimos sobre bizantinismos y participamos en ello sin saber el porqué. Y es que andamos tras ella, de la Vida, digo (y de ellas, you know).

    Compañeros de viaje. Genial. Y si toqué médula…, para qué más, y qué mejor cumplido para este lobo agazapado en nieblas criscractalinas.

    Gracias por tu comentario, Miguel, y un abrazo.

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  5. Atticus Says:

    No sé exactamente cómo se mide eso de empatizar, comprender el dolor de otro. Creo que hay algunas variantes. Se acierta a atisbar, incluso a comprender, cuando uno ha padecido un dolor similar o incluso el mismo. Hay aquí analogía; sin embargo, no será el mismo dolor, sus matices, su encaje en el alma de cada uno no son iguales. Otro modo de empatizar es por ósmosis (a falta de otra palabra mejor); creo que es a esto a lo que se refería Rousseau cuando hablaba de «piedad natural». No obstante, y aunque es posible que tenga una base instintiva como la protección del grupo, eso se puede entrenar, tanto a favor como en contra, lo que llamaríamos caridad, solidaridad, proximidad afectiva o, sus contrarios, odio, indiferencia… Luego está la empatía del quedar bien, el colegueo, la palmadita en el hombro, el ya verás tú como no es para tanto, el no hay mal que cien años dure… Postureo innecesario. También hay una variedad silenciosa, de acompañamiento, es la de aquél que no desea decir palabras vanas, pero está ahí, arropando con su presencia y su mirada. Como he frecuentado los tanatorios estos últimos años he visto mucho de esto y también lo agradezco cuando he sido el objeto de esa compañía.

    Todo esto tiene en común algo: el dolor es individual y (casi) incomunicable. Pero la amistad y el amor ayudan, que duda cabe.

    Blanca Portillo transmite en esa obra un dolor hondo y desgarrado, una credibilidad estremecedora. Al final de la obra hubo un encuentro con los actores y lo explicó. Estoy dándole vueltas a un post sobre la obra y la escena. A entonces remito al criscractalerío. A ver si soy capaz.

    Por cierto, friend, ¿qué es eso de que escriba un post al respecto? Aquí lo tienes, porque esto no es un comentario sino la Biblia en verso. O en prosa. Disculpas.

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  6. CrisC Says:

    En efecto, Atticus, el post ya está más que esbozado.

    Empatizar es difícil -la cotidianidad da el argumento- sobre todo porque interpretamos al otro y su dolor desde nuestro prisma vital. Aun así, ese acercamiento es y debe ser posible.

    Porque, como dices, la empatía ayuda. Cierto.

    Gracias por tu extenso comentario.

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  7. In Progress Says:

    Realmente la comunicación que importa, la que no es una mera transmisión de datos, se conforma sin palabras.
    A modo de cubo anudado a un pozo, las palabras parece que sirvan para extraer al mundo de la consciencia, ordenar, memorizar o hacer duraderas en el tiempo ciertas vivencias que, de otra manera se quedan registradas en una parte de nosotros tan interna, que a veces es imposible volver hasta allí.
    A 100 metros de profundidad quedan muchas vivencias sin palabras.
    Buen lugar para buscar y buscarse a uno mismo sin mediar palabra.

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  8. CrisC Says:

    También sin palabras.

    También aunque las palabras tengan esa magia que hace encarnar fantasmas y los tangibiliza. Por eso los poetas llegan al alma, nos llegan, porque dicen con ellas lo que arde en su hondura.

    Gracias, Ip, por tu comentario.

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  9. Josevi Says:

    Creo que la soledad sentida y la empatía son polos opuestos de la misma ‘cosa’. Solamente cuando dejamos de mirarnos nuestro propio ombligo, ‘nos apartamos’ de nosotros mismos; y es cuando es posible ‘conectar’ con eso que tenemos todos los seres humanos en común. Eso que es inefable, pero que nos une a todos y cada uno de los individuos humanos por diferentes que seamos. Una vez ahí, en ese punto, cuando no ‘somos nada’, es cuando podemos ser todos. Es cuando podemos sentir la verdadera Empatía, y no ese sucedáneo protocolario del que hablas. Aunque todos tenemos de base ‘las herramientas’ para llegar a esa nada, pocos seres humanos están predispuestos a usarlas.
    Me ha gustado mucho el post socio, me ha hecho pensar un rato. Gracias.

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  10. No soy mucho de metáforas cristianas pero, a menudo, el trabajo de uno es ser un sireneo de la cruz de otros. Escuchar e intentar comprender, ser tolerante del otro, observar y en muchas ocasiones brindar refugio.

    Hace ya varios años murió mi abuelito. Convalesciente, lo único que me pedía era que escuchara sus penas y encendiera un calefactor porque la ciudad era muy fría. Y tenía razón, que fría es esta ciudad.

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  11. CrisC Says:

    Veo fidelidad a tu paradigma, Josevi, me parece bien.

    El yo es una ilusión, o algo que se le acerca, y que conviene diluir en “eso que tenemos todos los seres humanos en común”. Y asumido eso la empatía es tan natural como superflua.

    Celebro que te guste el post, socio, y agradezco tu comentario.

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  12. CrisC Says:

    Posiblemente cargamos cruces ajenas o no tan ajenas. Y damos refugio.

    Imagino a ese abuelito tuyo pidiendo tan poco o tanto en esa enfriada ciudad que conjeturo tu dolor y tu afecto.

    Gracias, ojo de horus, por tu comentario. Y bienvenido a criscractal.

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