ONTOLOGÍA POSTREMODERNA

9:::enero:::2013

Tenía algo de gusa. Y escasa comida en la nevera.

Dos alcachofas con jamón y papas cocidas (resto de unas que me había hecho mimamámemima)…, hummmm, poca cosa para saciar el hambre.

Necesitaba algo más para surtir la riñonada face to the winter.

Tenía tres coqretas (resto de otras que me había hecho mimamámemima)…, no sé, hummm, no parecía mucho. Necesitaba alguna coseja más.

Pensé que quizás el postre. Hummm… Poca cosa.

Pero eso es porque nos limitamos a comer una manzana, unas peras (je, je, je…, no, rijosetes, ésas de las churris no), una naranjilla o, en el colmo de la orgiástica ordalía…, ¡un miserable flan!

Y me dije que si los entrantes contienen a veces una suma de cosas, los primeros son la mezcla de legumbres, cereal y carnosidades, o los segundos llevan chicha y guarnición…, ¿por qué no hacer del postre una cuantitativa composición similar?

Y pillé de la fridge una torrija (siiiií, que me había hecho mimamámemima), la puse encima un flan (que me hace mimamámemima con leche condensada o nata, ya no remember), distribuí por encima algunas nueces, gajos de dos mandarinas y unas gotas de agua de azahar.

Y aderecé el condumio con un tinto roble baratito y unas tortitas de arroz deshidratado. Me lo comí tó: las alcachofas con jamón y papas, las coqretas y el fastuoso postre.

Y un café-chak (cortado como las pagas, derechos civiles y sociolaboretas).

… dedicado a mimamámemima, a ver si no

© VilBill