Olvidé la palabra que quería pronunciar (…)
y mi pensamiento, incorpóreo, regresa al reino
de las sombras.

Ósip Mandelshtam

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Con obstinada frecuencia se discute sobre el sexo de los ángeles.

I

Acerca de la soledad, por poner un ejemplo de lo más conspicuo.

Que si lo peor es la soledad tangible, la ausencia física de voces, gestos, aromas y compañía. La del náufrago. O que es peor la soledad de quien está acompañado pero se siente solo. El urbanita.

Calle quien no sepa de ambas. Estaría más guapi.

A qué discutir…, si una y otra te despellejan por igual. Y si la mala fortuna quiere que ambas estén a partir un piñón, entonces celebran una orgía, pagas tú la factura y se desgravan ellas. Cabronas.

Creo que la una activa y se retroalimenta de la otra. Sin más.

II

Me habló Atticus hace unos días de una obra de teatro.

El cartógrafo, de Juan Mayorga. La acción se desarrolla en el gueto de Varsovia. Y me describió una escena en la que la actriz principal, en uno de los ensayos, dijo que no podía representar aquello.

Es Blanca Portillo. Así que la cosa debía de tener su mucha dificultad.

Dijo, y luego lo trasladó a la función, que le era imposible representar el sufrimiento de una niña de once años que aparece en la obra. Cuando Atticus traiga su comentario, lo contará mejor que yo. A ver si hace post.

III

Y ambas reflexiones me llevaron a una tercera.

Es imposible comprender otro dolor. No hay empatía que valga, no hay pavadas metafóricas como la de caminar tres días con los zapatos de otro, no hay modo alguno de acceder al desgarro del sufrimiento ajeno.

El dolor cierto es absolutamente incomunicable.

En El Principito se decía que lo esencial es invisible a los ojos. Sin duda alguna. El sufrimiento de verdad, ése que tumoriza el alma e inyecta un alien hambriento en las entrañas, ése no es accesible a nadie. A nadie.

¿Qué hacer ante su hórrido espectáculo? Acompañar, al menos eso.

IV

Es lo que hace Calcetines con el teniente Dunbar en Bailando con Lobos.

Two Socks. Dances With Wolves (1990). Kevin Costner.

© CrisC